Este 31 de mayo celebro un año más de vida. Y como en cada ciclo que se cumple, me doy un momento para mirar hacia atrás, agradecer, y reafirmar la dirección de mi camino. No ha sido un recorrido fácil —ninguno que valga la pena lo es— pero ha sido profundamente mío, lleno de decisiones que nacieron desde el corazón, la intuición y una convicción que nunca he soltado: crear algo que deje huella.
Altura Siete no es solo una marca. Es una parte de mi historia, un reflejo de mi espíritu y también mi manera de hablarle al mundo. Cada zapato que diseñamos es una metáfora de vida: un desafío resuelto con belleza, una estructura que equilibra fortaleza y delicadeza, una obra hecha con alma, tiempo y manos verdaderas.
En estos años he aprendido que crecer no significa correr más rápido, sino caminar más firme. Que el lujo real no está en lo que se ve, sino en lo que se vive por dentro: en la autenticidad, en los valores que no se negocian, en el arte de hacer las cosas bien aunque nadie esté mirando.
He tenido que reinventarme muchas veces. Como mujer, como madre, como empresaria. He tenido que aprender a poner límites, a confiar en mi voz y a volver a empezar cuando parecía que todo estaba en contra. Y también he tenido el privilegio de ver cómo mis sueños tomaban forma, paso a paso, tal como nuestros diseños en Altura Siete.
Este cumpleaños no se trata solo de mí. Se trata de agradecer a quienes caminan conmigo: a mi equipo que cree en esta visión, a cada clienta que se enamora de nuestros diseños, a mi familia que me sostiene en los días difíciles, y a la mujer que sigo descubriendo en mí cada año, más fuerte, más clara y más determinada.
Gracias por ser parte de este camino. Gracias por caminar conmigo.
Hoy celebro no solo un año más de vida, sino todo lo que he construido con ella.
Paola Ramírez